"Jesucristo, a quien siente angustia por su propia situación de fragilidad, dolor y debilidad, no impone leyes, sino que ofrece su misericordia, es decir, su persona salvadora. Jesús mira la humanidad herida". Así el Papa Francisco en el XXVIII Mensaje para el Día Mundial de los Enfermos, publicado hoy y que se celebrará el 11 de febrero.
De hecho, Jesús ama porque, el Santo Padre todavía recuerda: "él mismo se hizo débil, vivió la experiencia humana del sufrimiento y recibió a su vez consuelo del Padre".
Y hablando, específicamente de aquellos que experimentan la enfermedad, agrega: "En estas circunstancias, a veces se percibe una carencia de humanidad y, por eso, resulta necesario personalizar el modo de acercarse al enfermo, añadiendo al curar el cuidar, para una recuperación humana integral. Durante la enfermedad, la persona siente que está comprometida no sólo su integridad física, sino también sus dimensiones relacionales, intelectiva, afectiva y espiritual; por eso, además de los tratamientos espera recibir apoyo, solicitud, atención… en definitiva, amor. Por otra parte, junto al enfermo hay una familia que sufre, y a su vez pide consuelo y cercanía".
Jesús por lo tanto concluye Francisco, "os invita a acudir a Él: «Venid». En Él, efectivamente, encontraréis la fuerza para afrontar las inquietudes y las preguntas que surgen en vosotros, en esta “noche” del cuerpo y del espíritu. Sí, Cristo no nos ha dado recetas, sino que con su pasión, muerte y resurrección nos libera de la opresión del mal".