Cada año el segundo domingo de julio, las comunidades católicas celebran el “Domingo del Mar”, una jornada internacional de oración por los marinos y sus familias, pero también por quienes en la Iglesia les ofrecen apoyo, como los capellanes y los voluntarios dedicados al Apostolado del Mar, la labor a través de la cual se asiste espiritualmente a los marinos desde 1920.
El “Domingo del Mar”, que fue establecido oficialmente desde 1975, pretende ofrecer una oportunidad para concienciar sobre la importancia del trabajo que realizan los marinos, que hoy en día son más de un millón. Con su trabajo en los buques que transportan mercancías por todo el mundo, de una manera a menudo invisible hacen posible nuestra vida cotidiana y sostienen la economía, como recuerda el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Cardenal Michael Czerny, en su mensaje con motivo de este día.
En el mensaje, el Cardenal Czerny destaca la presencia de los Apóstoles en las grandes naves que surcaban el Mediterráneo y su manera de compartir el Evangelio con las gentes del mar. Este recuerdo de sus orígenes impulsa a cada comunidad a recordar a todos los marinos que se ven forzosamente separados de sus seres queridos y de su iglesia, sin acceso a la Eucaristía. Por eso, la “pastoral del mar” juega un papel esencial para llegar a estos hermanos nuestros, escucharlos, acompañarlos, apoyar sus derechos y sentirlos parte de nuestro propio camino.
“Somos una Iglesia sinodal, es decir, caminamos juntos. Debemos avanzar juntos, navegar juntos, sin dejar a nadie atrás, y enriquecernos mutuamente. Que nadie piense que no tiene nada que ofrecer. Por eso, si hay un esfuerzo que queremos hacer este año, es precisamente verificar los modos en que podemos estar más cerca, en un intercambio permanente que haga que vuestro trabajo esté menos alejado del camino y de la fe de todos”.