“El fundamento teológico de la Encarnación anima la pastoral de la Iglesia. Todo lo que es auténticamente humano es también cristiano, en virtud de la elección de amor de Cristo de asumir nuestra humanidad. El Verbo que se hace carne habita en las experiencias de lo humano y las hace suyas. […] Las comparte y las transforma desde dentro, dotándolas de un significado renovado. El trabajo es una de estas experiencias decisivas en la vida de Jesús en Nazaret”. Con estas palabras, la Secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI), la Hna. Alessandra Smerilli, explica por qué la Iglesia, en su reflexión, aborda también el tema del trabajo.
Lo hace en su intervención en las Jornadas promovidas por la Conferencia Episcopal Española en Ávila, los días 23 y 24 de noviembre de 2024, con motivo del 30° Aniversario de la publicación del documento “La Pastoral obrera de toda la Iglesia”, aprobado en 1994. Un evento de dos días que tuvo lugar en el Centro Internacional Teresiano Sanjuanista (CITeS) – “Universidad de la Mística”, y que contó también con la presencia del Obispo de Ávila, Mons. Jesús Rico García y la Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, la Dra. Emilce Cuda. Una iniciativa concebida como oportunidad para desarrollar una reflexión sobre los caminos que pueden favorecer la misión evangelizadora en el mundo del trabajo, que contó con la participación de unas 200 personas, entre delegados diocesanos de la pastoral del trabajo y miembros de los movimientos obreros católicos.
Refiriéndose al trabajo como “una dimensión importante del ser humano”, la Hna. Smerilli señala que “el trabajo es efectivamente un medio de vida, pero es también mucho más. A través del trabajo le decimos al mundo quiénes somos, qué sabemos hacer [...]. El trabajo es expresión de nuestra dignidad, pero también es compromiso, esfuerzo, capacidad de colaborar con los demás, porque siempre es “con” o “para” alguien. Y, por lo tanto, nunca es un acto solitario. El trabajo es cooperación, es el lugar donde realmente nos convertimos en adultos, es nuestra aportación para que el mundo sea un lugar mejor”. Además, añade, el trabajo “es siempre una actividad espiritual, porque antes y detrás de cualquier actividad laboral [...] hay un acto intencional de libertad, que es lo que marca la diferencia entre un trabajo bien hecho y un trabajo mal hecho. Y es, por tanto, una actividad humana muy elevada en cualquiera de los contextos en los que se lleva a cabo”.
Destacando, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, aquellos pasajes en los que el trabajo se presenta como una dimensión característica del hombre con respecto a las demás criaturas, la Hna. Smerilli cita, entre otras, la encíclica Laborem exercens de san Juan Pablo II para señalar que el trabajo “no se entiende como una carga o una fatiga, sino como un lugar de santificación” y luego la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, subrayando que “el trabajo presupone siempre una idea de relación y la hace explícita: si el hombre destruye el mundo o lo contamina, las relaciones están enfermas; si, por el contrario, lo cuida, significa que el planeta será mucho más bello”. Incluso en la reciente Fratelli tutti se hace hincapié en el hecho de que “la fraternidad sólo se puede lograr mediante una correcta comprensión y valoración del trabajo, que permita a cada persona hacer germinar las semillas que Dios ha puesto en ella”.
En definitiva, observa la Secretario del DSDHI, “todas las formas de trabajo se refieren a las relaciones con los demás. Y puesto que el trabajo es una relación, debe incluir el concepto de cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado. […] El trabajo como cuidado es la promoción del bien común. El cuidado es un componente integral del trabajo, que le permite ser transformador”.
En el marco de su viaje a Ávila, la Secretario del Dicasterio visitó la Fundación Pablo VI, con sede en Madrid. Se trata de una institución cultural de educación superior que ofrece cursos de estudio en disciplinas científicas, tecnológicas, económicas y sociales, promoviendo el diálogo de la fe con la política, la cultura y la sociedad, para un liderazgo centrado en la persona y fundado en la Doctrina Social de la Iglesia.
En su viaje, la Hna. Alessandra Smerilli estuvo acompañada por C. Maltagliati, oficial del Dicasterio.