El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y la Comisión Vaticana COVID-19 apoyan la campaña para la cancelación de la deuda de los países africanos (“COVID-19 Debt Relief Campaign in Africa”) cuyo lanzamiento tuvo lugar el miércoles 7 de abril, durante un seminario web organizado por el Dicasterio y la propia Comisión, en colaboración con: Cáritas África, la SECAM (Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar), la JCAM (Conferencia Jesuita de África y Madagascar) y la Asociación de Mujeres Consagradas de África Oriental y Central (ACWECA).
"Esta campaña, es ahora más urgente que nunca debido a la COVID-19", dijo la recientemente nombrada subsecretaria del Dicasterio, Sor Alessandra Smerilli, "comienza en África, donde la Iglesia local ha dado forma a una demanda generalizada presente en la sociedad civil. La contribución del Dicasterio consiste en ayudar a que adquiera visibilidad internacional con la esperanza de que se cree un amplio movimiento como en el año 2000. Para que llegue a la atención del G7 y del G20, es decir, quienes pueden incidir concreta y directamente para lograrlo”.
"Ahora es el momento de mirar, juzgar y actuar en favor de los pobres y vulnerables”, aseguró Gabriel Justice Yaw Anokye, Arzobispo de Kumasi (Ghana) y Presidente de Cáritas África. “En tiempos de dificultad y crisis, podemos ver la acción de Dios en la solidaridad". Por su parte, el secretario general de la SECAM (Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar), el padre Henry Akaabiam aseguró: "No podemos dejar de actuar, porque si África vive endeudada, el mundo entero vivirá endeudado. Si África va bien, el mundo entero va bien".
"Es cierto -añadió el P. Augusto Zampini, secretario adjunto del Dicasterio y miembro de la dirección de la Comisión Vaticana COVID-19, creada precisamente por el Santo Padre hace un año- y mientras pensamos en cómo combatir y vencer la pandemia por el lado de la salud, debemos tener en cuenta lo que dice el Papa Francisco: ¿Cómo saldremos de esta crisis, mejores o peores? Porque hay que recordar que esta crisis no es aislada, sino que está conectada con otras anteriores: la crisis debida a la pandemia no ha hecho más que agravar las crisis ya existentes. Así que no podemos salir de esta crisis, que es sanitaria, económica, social, política y cultural, sin aliviar la carga de la deuda. No se trata de una cuestión técnica o de mera solidaridad, aunque eso es importante, sino de una cuestión de justicia. De justicia intergeneracional, porque no podemos hacer que nuestros hijos y las generaciones futuras paguen todas las consecuencias de nuestros errores, pero también es una cuestión de justicia espiritual. Tampoco podemos olvidar la deuda ecológica generada por los principales responsables del cambio climático pero cuya carta recae, en gran medida, en las naciones más pobres, muchas ellas situadas en África".
"La deuda y la pobreza son primos, van juntos por desgracia", dijo la Hna. Hellen A. Bandiho, STH, Secretaria General de la ACWECA. "Imaginad el número de escuelas que se pueden construir cada año o los pupitres que se pueden comprar para que los alumnos aprendan cómodamente en lugar de estar sentados bajo los árboles. Imagínense el número de centros de salud que pueden construirse o mejorarse para que las mujeres caminen menos kilómetros para llegar a ellos".
"Es ciertamente una cuestión ética, pero es mucho más que eso", dijo el padre Charlie Chilufya, director de la oficina de Justicia y Ecología de JCAM (Conferencia Jesuita de África y Madagascar). La cuestión es que la permanencia de la pandemia en las periferias del globo, por falta de medios, pone en riesgo la salud de todos". “Hoy en día, el coste de la pandemia acumulada sería suficiente para vacunar a todo el continente contra el Covid. Y, sin embargo - subraya el prelado, - esta crisis, que es muy violenta, también está ofreciendo oportunidades de colaboración que nunca antes se habían visto: la gente, como nosotros hoy, se está uniendo para encontrar una solución que promueva la vida en el mundo".
Jaime Atienza, de Oxfam, llamó la atención sobre el vínculo entre todas las fuerzas que pueden unirse para mejorar las situaciones de crisis. "Estamos en un momento en el que tenemos que impulsar las finanzas hacia la justicia social", dijo. "Todo está conectado. Por eso tenemos que trabajar e impulsar con más fuerza medidas más amplias, un mayor impulso a los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible); y crear coaliciones, practicar el ejercicio de la solidaridad con la sociedad civil, los medios de comunicación y los líderes mundiales."
"La urgencia de la cancelación de la deuda", dijo Dominic Chai, SJ, economista que colabora EN LA Comisión Vaticana COVID-19, "exige que trabajemos con constancia y continuemos el diálogo entre todos. Al hacerlo, será posible elevar tanto la concienciación como el compromiso a un nuevo nivel, no sólo en el contexto africano, sino en cualquier región en la que se sienta la carga de la deuda injusta.”
El concepto de la universalidad de la acción para la cancelación de la deuda allí donde sea necesario (además de África, América Latina, Asia...), fue también subrayado por el Card. Peter K.A. Turkson, Prefecto del Dicasterio, que inauguró oficialmente esta campaña y garantizó el apoyo del Dicasterio Vaticano. ¿Cómo hacerlo en la práctica? En primer lugar, partiendo del modelo "ver - juzgar - actuar", explicó el cardenal. A continuación, "aplicando la defensa y la presión en dos direcciones: en el diálogo con las grandes instituciones financieras internacionales y en las relaciones con los gobiernos y grupos a nivel local y nacional para garantizar la máxima transparencia de las actividades. Esto significa también desarrollar un sistema de comprobaciones y controles para que los recursos liberados en beneficio del continente vayan a donde realmente se necesitan para crecer y mejorar las condiciones de los pueblos y las personas. No se trataría por lo tanto de un “cheque en blanco”, sino de la asunción de responsabilidades mutuas, así como hacia las personas que más sufren las situaciones de extrema pobreza”. “De hecho, - continuó el cardenal - con los mecanismos de control adecuados, se puede garantizar que el dinero condonado se destine a la promoción de la salud y la educación, para garantizar ese desarrollo humano integral al que todos los hombres y mujeres, como nos recuerda a menudo el Papa Francisco, tienen derecho". "La persona, como enseña la doctrina social de la Iglesia - concluyó Turkson - tiene una dignidad que no puede ser comprometida: nadie puede ser abandonado a causa de la injusticia. Estamos llamados y llamadas a ser custodios de nuestros hermanos: este es el corazón de nuestra solidaridad”.