El Consejo de Administración de la Fundación Populorum Progressio – confiada al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral - celebró, este 22 y 23 de junio de manera virtual su reunión anual correspondiente al año 2021. En la sesión inicial, más que hacer un análisis de la ya bien conocida dificil realidad que afecta al mundo, especialmente a Latinoamérica y el Caribe por causa de la pandemia del COVID-19, los Obispos miembros plantearon un diálogo en clave de esperanza, buscando vislumbrar caminos que contribuyan a convertir en acción el llamado del Papa Francisco a “actuar ahora para el futuro”. En este contexto se destacaron los muchos y variados gestos de caridad y solidaridad de personas e instituciones, la revitalización de diversas formas de voluntariado y participación de los jóvenes frente al llamado de las necesidades sociales, la creativa utilización de medios virtuales y de comunicación en celebraciones litúrgicas, de evangelización y eventos educativos, informativos o de ayuda. Se verifica un despertar del sentimiento religioso, a la vez que se plantea el desafío del retorno a los templos que se reabren paulatinamente. Se ve con claridad que, en un continente mayoritariamente católico como es el caso de Latinoamérica, la Iglesia está convocada a hacer un fuerte llamado a la esperanza.
En este propósito de actuar ahora para el futuro, el Consejo aprobó 104 proyectos de desarrollo humano integral y 28 de ayuda humanitaria a través del Programa de Canastas Familiares de Alimentos, para un total de 132 proyectos, provenientes de 23 países de la región, por un monto de US$2.528.185. Este Programa de Canastas responde al deseo del Santo Padre de involucrar la Fundación en el trabajo de ayuda a las Iglesias locales a través de la Comisión Vaticana COVID-19. Ante la magnitud de las necesidades, todas estas ayudas pretender ser un gesto de la caridad del Papa y solidaridad de la Iglesia, a la vez que un estímulo y llamado a todos los cristianos y personas de buena voluntad a que nos “Animémonos a soñar en grande… no tratemos de reconstruir el pasado, especialmente el que era injusto y ya estaba enfermo” (Papa Francisco, Audiencia general, 23.IX.2020), en la certeza de que “de esta crisis o salimos juntos o no salimos” según nos insiste el Papa.
La reunión fue presidida por S.Ex. Mons. Javier Del Río Alba, Arzobispo de Arequipa (Perú), Presidente del Consejo. Participaron también el Vicepresidente, S.Ex. Mons. Óscar Urbina Ortega, Arzobispo de Villavicencio (Colombia) y los demás miembros del Consejo: S.Em. Card. Chibly Langlois, Obispo de Les Cayes (Haití), S.Ex. Dom Murilo Ramos Krieger, Arzobispo Emérito de San Salvador de Bahía (Brasil), S.Ex. Mons. José Luis Azuaje Ayala, Arzobispo de Maracaibo (Venezuela), S.Ex. Mons. Eduardo María Taussig, Obispo de San Rafael (Argentina), Mons. Segundo Tejado Muñoz, Representante del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y el Secretario Rev. P. Luis Ferney López Jiménez, con su equipo de trabajo.
Se contó además con la presencia de delegaciones de las instituciones que generosa y decididamente financian estas iniciativas: Conferencia Episcopal Italiana, Cross Catholic Outreach (USA), Manos Unidas (España). En nombre de tantas personas y comunidades que han mejorado sus condiciones de vida y han podido sobrellevar este tiempo de crisis con dignidad o se beneficiarán con estos proyectos aprobados, nuestra gratitud y reconocimiento a estas instituciones y sus benefactores.
Para concluir la reunión, el Secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral Mons. Bruno-Marie Duffè, quien junto con otros miembros de este Dicasterio participó en los dos días del encuentro, resaltó que, detrás de cada proyecto hay, por una parte, personas pobres que sufren y esperan y, por otra, el llamado de Cristo a vivir la caridad. Antes de impartir su bendición final, oró con la oración con la que el Papa Francisco concluye la Encíclica Fratelli Tutti, que plantea un desafío que cada uno debe hacer propio: “Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano, para verlo crucificado en las angustias de los abandonados y olvidados de este mundo y resucitado en cada hermano que se levanta” (FT 287).