"Pido a los circenses de todas las latitudes que tanto están sufriendo en esta pandemia que lleven el circo, cuanto antes, a los lugares donde sufren los niños y los ancianos: los abuelos y los nietos, que son los espectadores más frecuentes bajo el chapiteau, han sido los que han pagado un precio muy alto y tienen tanta sed como los circenses de una explosión de pura alegría como la que puede dar el circo. Y también los que cuidan tanto su salud necesitan el bálsamo de la risa".. Así, el Cardenal Peter K.A. Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, encargado del acompañamiento pastoral de los itinerantes y de todos los cirqueros, en el mensaje dirigido a Urs Pilz, Presidente de la Federación Mundial del Circo, con motivo de la XI Jornada Mundial del Circo que se celebra el sábado 17 de abril de 2021.
Sin embargo - ha agregado - "la prolongación de la situación de emergencia., así como de las medidas para evitar aglomeraciones, han amenazado la industria del circo, así como la existencia misma de estas empresas, a menudo familiares, que han tenido que endeudarse a la espera de tiempos mejores. Para proteger este arte, que en Europa nació hace más de 250 años y que lleva alegría a adultos y niños, es fundamental el apoyo financiero tanto por parte de la Unión Europea como de cada país, llamados a proteger a los más débiles así como a los sectores más vulnerables de la economía".
La pandemia nos ha recordado que estamos "en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente", como dijo el Papa Francisco el 27 de marzo 2020 en una plaza de San Pedro vacía y mojada por la lluvia: encontrarnos frente a la prueba nos ha demostrado una vez más "que nadie se salva solo" y que "en medio de nuestra tormenta, [el Señor] nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar"
Por eso, ha escrito también Turkson, "para que el sufrimiento del mundo no sea estéril, sino que tenga un sentido que nos ayude a preparar un futuro diferente, presagio de un cambio en lo creativo, el Papa nos exhorta a vivirlo como lo hizo el Buen Samaritano, modelo para construir relaciones reales y nuevas con los demás".