Queridos hermanos y hermanas en Cristo, queridos capellanes, voluntarios, amigos y socios de Stella Maris:
El segundo domingo de julio de cada año, las comunidades cristianas celebran el Domingo del Mar. Hoy recordamos la labor esencial que llevan a cabo más de un millón de marineros, que cada día trabajan en embarcaciones transportando mercancías por todo el mundo.
Los que viven en el interior de un país difícilmente se cruzarán barcos y marineros en su vida cotidiana . Hasta quienes viven en zonas costeras generalmente ven sólo barcos que navegan en el horizonte. Nadie ve a los miles de barcos que navegan más allá de aquelni a los marineros que trabajan a bordo. Son invisibles, pero están ahí. Desde la lejanía, ayudan a sostener la economía mundial y, mediante su trabajo, inciden directamente en nuestras vidas. Día tras día, proporcionan los bienes que utilizamos y consumimos, sin los cuales la calidad de nuestras vidas sería considerablemente inferior. Para entender cuán importantes son nuestros marineros y lo esencial que es su trabajo, basta solo pensar en lo que poseemos en nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo, y la comida que ponemos sobre nuestras mesas. Preguntémonos: ¿De dónde vienen estas cosas? Son los marineros quienes nos permiten disfrutar de lo que tenemos. Y debemos recordar que trabajan todos los días de la semana, cada semana, para que nosotros podamos vivir vidas de plenitud. Ha llegado el momento de decirles: ¡Gracias!
En esta jornada tratemos de imaginar cómo es la vida de los marineros y cuáles son los retos a los que se enfrentan cada día por nosotros. En los últimos años, el mundo marítimo se ha visto afectado por una serie de crisis. Políticas de restricción de movimientos y un incremento sustancial en la demanda global de mercancías ha provocado que un mayor número de buques queden bloqueados en puertos durante tiempos prolongados. Debido a la guerra en Ucrania, cientos de barcos y tripulaciones se enfrentan a la amenaza de aguas minadas en el Mar Negro y el Mar de Azov. Muchas embarcaciones se han hundido y se 2 han perdido demasiadas vidas durante esta guerra injusta e inmoral. A causa de la pandemia mundial, a más de 400.000 marineros, una vez finalizados sus contratos, se les ha impedido desembarcar y regresar a sus hogares con sus familias. Siguen trabajando día tras día, cada vez más agotados. Las tripulaciones de reemplazo no han podido acceder a las embarcaciones, lo cual para algunos, supone un desastre económico ya que no contarán con los medios para satisfacer las necesidades básicas de sus seres queridos. En todos los casos, los marineros se han quedado sin opción.
Existen algunas empresas distribuidoras que se han beneficiado económicamente de estas crisis que han perturbado la cadena de suministro mundial. Es lamentable, por no decir otra cosa, que dichas empresas hayan compartido con los marineros solamente una pequeña parte de los exorbitantes ingresos que han obtenido como consecuencia, o hayan gastado sólo una pequeña parte de ellos para mejorar el bienestar de los marineros (por ejemplo a través de mejoras en la infraestructura de puertos).
Estas grandes empresas reciben los beneficios económicos, pero son los marineros y sus familias que pagan los costos. No nos extraña que la prolongación forzosa de los contratos de marineros genere un agotamiento físico y psicológico en ellos que aumenta la posibilidad de que cometan errores cuyas consecuencias podrían ser fatales. Trayectos prolongados, la separación forzosa de sus seres queridos y la imposibilidad de desembarcar hacen que los marineros se sientan aislados y deprimidos. Debemos recordar que también ellos son personas y tienen las mismas necesidades que nosotros; de descansar, estar en casa y disfutar de sus relaciones. La diferencia es que al ser “invisibles” frecuentemente estas necesidades quedan insatisfechas. Pero no debemos ignorarles porque dependemos de ellos. Les necesitamos. La seguridad marítima y la protección del ecosistema marino , dependen de que la gente de mar goce de buena salud física y mental. El Convenio sobre el Trabajo Marítimo de 2006 (MLC) exige que las compañías marítimas proporcionen un alojamiento decente, alimentación sana, condiciones de trabajo seguras, un horario laboral adecuado y permisos para bajar a tierra. Lamentablemente, los avances que se han logrado desde la entrada en vigor del MLC en 2013, se han visto afectados negativamente por el presente contexto. Consideremos la cuestión de los permiso para desembarcar:;la posibilidad de abandonar el buque, aunque sea por un breve período de tiempo, es crucial para el bienestar de la gente de mar. La mayoría de nosotros damos por sentada la libertad que tenemos a la hora de salir, de disfrutar de los espacios abiertos, de caminar por tierra firme o por hierba blanda y ver encontrarnos con diferentes personas. Los marineros no gozan de esta libertad. No pueden abandonar el barco y todos los días tienen que andar sobre suelos de metal y depender de sus compañeros. Solamente un par de horas sobre tierra firme bastan para mejorar su bienestar.
En el momento de más oscuro de la pandemia, antes de que comenzaran las campañas de vacunación para la gente de mar, los gobiernos y las compañías navieras cancelaron 3 todas las licencias para desembarcar. Los marineros debían permanecer a bordo para evitar el contagio y la propagación del virus. Ahora que la situación ha mejorado (en cierta medida) alrededordel mundo, los países están abriendo sus fronteras y levantando las restricciones. La mayoría de las personas pueden circular libremente, pero no es así para los marineros. Y esto es una grave injusticia. Aunque hayan completado suesquema de vacunación, se les niega la libertad de circulación mientras nosotros podemos gozar de ella tranquilamente . ¿Por qué? Porque varios gobiernos y compañías navieras todavía siguen negándose a permitir que los marineros bajen a tierra. Peor aún, a algunos se les permite desembarcar sólo si poseen la “nacionalidad correcta”.
Esta discriminación es injusta e inmoral. Debemos recordar que todos tenemos la responsabilidad de respetar la dignidad innata de los marineros como seres humanos. Dondequiera que se encuentren, deben ser tratados con equidad, sin discriminación alguna y se les debe ofrecer la posibilidad de salir de los espacios reducidos de la embarcación y bajar a tierra, aunque sólo sea por un breve período de tiempo, para desconectar y relajarse.
Ya no se puede utilizar la pandemia como excusa para prohibir a una tripulación la posibilidad de bajar a tierra. Mientras que se tomen las precauciones necesarias, los marineros tienen derecho a desembarcar y a reunirse con sus seres queridos. ¡Los capellanes y los voluntarios de Stella Maris piden urgentemente que los gobiernos y a las compañías navieras de todo el mundo garanticen a las tripulaciones el derecho a desembarcar!
Hoy, en este Domingo del Mar, damos las gracias a los marineros por su trabajo. Rezamos para que se mantengan fuertes ante las dificultades y los retos de la vida. Y encomendamos a María, Estrella del Mar, el compromiso y la dedicación de los capellanes y de los voluntarios que les sirven en todo el mundo.