El prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Cardenal Michael Czerny, relató su experiencia tras haber participado en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad que se llevó a cabo en el Vaticano del 4 al 29 de octubre de 2023.
¿Qué le gustaría destacar personalmente de la experiencia de este Sínodo?
“La experiencia más importante del Sínodo puede parecer muy simple, pero fueron las mesas redondas. Nunca habría pensado que el hecho de las mesas o la forma de las mesas pudieran tener tanto impacto en una experiencia profundamente humana, espiritual y eclesial. Sin embargo, realmente lo tienen: las mesas redondas a algunos les recordaban a un banquete de bodas, que sabemos es una imagen escatológica. No estoy diciendo que ya estuviéramos en el cielo o en el Reino, pero estábamos juntos de una manera diferente a otras ocasiones. Y esta disposición decía algo muy, muy importante, para saber, que es que cada uno necesita al otro para realizar su vocación en la Iglesia”.
¿En qué consiste el actual período de preparación a la próxima Asamblea Sinodal?
“Tenemos que seguir reaprendiendo y estamos aprendiendo el método y/o el camino de la Sinodalidad. Tenemos que llevar el camino de la sinodalidad a todos los rincones de la vida de la Iglesia y ver cómo funciona, para volver a la segunda sesión con nuestras reflexiones, nuestras propuestas, nuestros temores y esperanzas. Y éstas no son de los delegados, sino del Pueblo de Dios, que espero se involucre en una consulta y una participación aún mayores de aquí al próximo mes de octubre”.
¿Qué papel desempeñarán las iglesias locales?
"Entre las dos sesiones (sinodales), las iglesias locales participarán muy activamente. No sé si participarán exactamente igual que en el primer año o si habrá algunas diferencias. A la oficina del Sínodo le corresponde preparar el proceso y dar las instrucciones sobre cómo hacerlo. Quizá, seguiremos haciendo lo mismo que hasta ahora, ojalá, participará más gente y aprenderemos a hacerlo mejor. Pero, la pregunta principal, a la cual volvemos una y otra vez es: ‘¿Podemos ser una mejor Iglesia si somos una Iglesia sinodal?’. Y hasta ahora, la respuesta es: ciertamente Sí”.
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