"Una oración a Dios para que proteja a los pescadores que sufren amenazas e intimidaciones, obligados a trabajar en turnos interminables en condiciones a veces inhumanas; para que convierta a los propietarios de buques pesqueros que practican la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, el tráfico de personas, la esclavitud y el contrabando de drogas y armas; iluminar a las instituciones, las organizaciones internacionales, las ONG y la sociedad civil para que unan sus fuerzas para poner fin a las violaciones de los derechos humanos en el mar y crear una industria pesquera que ponga en el centro la dignidad y los derechos de los pescadores y sus familias."
Así ha comenzado la Conferencia Internacional "Frenar la marea: juntos podemos detener las violaciones de los derechos humanos en el mar", celebrada hoy en el Día Mundial de la Pesca -que se celebra el 21 de noviembre- y que ha estado organizada por Stella Maris, en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, junto con la FAO y la Misión Permanente de Observación de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA.
Esta Conferencia ha sido la ocasión para renovar el compromiso conjunto de la Santa Sede y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación de poner fin a las violaciones de los derechos humanos en el mar y promover acciones en apoyo de los trabajadores del sector pesquero.
En su discurso inaugural, el Card. Peter K. A. Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ha recordado las palabras del Papa Francisco con motivo del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuando lanzó un llamamiento a las instituciones "pidiéndoles que pongan los derechos humanos en el centro de todas las políticas, incluidas las de cooperación al desarrollo" (10 de diciembre de 2018).
En su Mensaje del Día Mundial de la Pesca, citando la Encíclica Fratelli tutti el Card. Turkson recordó que el respeto de los derechos humanos "es un requisito previo para el propio desarrollo social y económico de un país". Cuando se respeta la dignidad del ser humano y se reconocen y garantizan sus derechos, florecen la creatividad y la empresa y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común".
En su intervención en la apertura de la reunión, el Director General de la FAO, Qu Dongyu, señaló que los países en desarrollo son actores clave en el mercado mundial del pescado, ya que representan el 54% del comercio mundial de productos del mar en 2019, y que el sector pesquero ofrece importantes oportunidades en los países en desarrollo "para crear empleo remunerado, construir comunidades costeras fuertes y proporcionar seguridad alimentaria y valores nutricionales que son esenciales para la dieta de las poblaciones vulnerables". "Aunque la pandemia ha tenido un impacto devastador en el sector", dijo, "los pescadores han demostrado una gran resistencia, utilizando la web para comercializar sus productos, y la innovación tecnológica ha permitido una mayor digitalización de los procesos".
"Y aunque los retos son ambiciosos", añadió, "no faltan medios para afrontarlos: las nuevas herramientas existentes y los compromisos asumidos por los agentes internacionales pueden "garantizar que el marisco que llega a nuestras mesas ha sido recolectado y cultivado no sólo de forma ambientalmente sostenible, sino también de manera que apoye el bienestar socioeconómico de quienes lo recolectan, cultivan y procesan".
Para lograr un impacto significativo en las cifras de violaciones de los derechos de los pescadores, dijo Mons Fernando Chica Arellano, Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA, en su discurso de clausura, es necesario dar un paso más y "renunciar a la lógica de la codicia y a la búsqueda compulsiva y sin escrúpulos del beneficio económico". Por el contrario, es importante "remar juntos para crear una industria pesquera renovada que respete la dignidad humana de las personas y la casa común en la que todos debemos vivir como hermanos y hermanas", y trabajar por un auténtico desarrollo que combine el progreso de la ciencia y la tecnología con el progreso moral y social y el respeto de los derechos humanos.
na última mención es para el "precioso y diario compromiso" de los capellanes y voluntarios de las organizaciones católicas "que no son indiferentes a la miseria, al llanto o a las dificultades de quienes soportan las afrentas en el duro mundo de la pesca": ante este dolor -concluye Mons. Chica Arellano citando al Papa Francisco- "la única salida es ser como el buen samaritano". Cualquier otra opción termina en el lado de los ladrones o en el de los que pasan sin compasión por el dolor de los heridos en el camino" (Enc. Fratelli tutti, n. 67).