El Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral se reunió el martes 21 de julio por videoconferencia con representantes de las Conferencias Episcopales de Chile (CECH) y Perú (CEP) en relación con la emergencia sanitaria provocada por COVID-19.
Mons. Fernando Ramos, Arzobispo de Puerto Montt, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile (CECH), abrió la reunión con una visión general del impacto de COVID-19 en el país.
Mons. Pedro Ossandón, Administrador Apostólico de Valparaíso, Presidente de Cáritas Chile, habló sobre el compromiso de la Iglesia con la pandemia, presentando el proyecto "Nadie Se Salva Solo" lanzado por Cáritas Chile.
Mons. Galo Fernández, Administrador Apostólico de Talca, habló de la situación migratoria durante la fase más aguda de la emergencia, centrándose especialmente en las iniciativas relacionadas con el acompañamiento.
Mons. Fernando Chomalí, Arzobispo de Concepción, participó también en la reunión, así como algunos prelados de Perú: Mons. Jorge Izaguirre, CSC, Obispo de Chuquibamba y presidente de la Comisión Episcopal de Acción Social (Perú), Mons. Ciro Quispe, obispo prelado de Juli (Perú) y Mons. Miguel Fuertes, Administrador diocesano de Iquitos (Perú).
Todos los obispos subrayaron cómo, ante la pandemia, ha surgido una gran respuesta de solidaridad de las zonas locales. Las comunidades parroquiales, los representantes de los organismos sociales, así como muchos voluntarios se han comprometido a gestionar las respuestas a las necesidades de la población, especialmente hacia los más débiles y vulnerables.
En particular, en lo que respecta a Chile, la Caritas local ha actuado con un "Plan Global de Acción Humanitaria", con un horizonte temporal de 9 meses (abril - diciembre 2020), articulado según las prioridades diocesanas y sectoriales. Como parte de este plan, la campaña "Nadie se salva". Juntos multiplicamos la solidaridad" (#NadieSeSalvaSolo), basada en tres prioridades: 1) la seguridad alimentaria, 2) la promoción de la higiene y la atención de la salud, 3) la recuperación de los sistemas de producción o de los medios de subsistencia, dirigida principalmente a las familias vulnerables, las poblaciones migrantes y los ancianos.
Además, explicó Monseñor Ossandón, la Iglesia en Chile ha puesto a disposición de las autoridades varios locales que han sido utilizados como residencias sanitarias, residencias para personas de la calle, refugios para personas sin hogar, ancianos y migrantes. Se activaron los servicios de alimentación y se distribuyeron miles de kits de higiene, protección y prevención; y se estableció una red digital de acompañamiento espiritual y psicosocial.
En cuanto a la situación migratoria, el Obispo Galo ilustró lo que la Iglesia ha podido hacer a diferentes niveles: asistencia humanitaria en situaciones de emergencia (suministro de alimentos y refugio); apoyo a los que han quedado bloqueados por el cierre de las fronteras; preparación de modalidades para que todos los grupos nacionales presentes puedan llevar a cabo la cuarentena en situaciones seguras; protección de las fuentes de trabajo y de los derechos de los trabajadores; servicios de acompañamiento en las villas miserias; recogida de alimentos y medicinas.
Mons. Izaguirre hizo una lectura general de la emergencia en el Perú, hablando en particular de las situaciones de crisis mayores: los trabajadores llamados "informales", que quedaron sin protección por las consecuencias de la pandemia; los pobres, que sufrieron impactos en términos económicos, de salud y mala alimentación; los presos, que quedaron al margen de la atención general.
Mons. Quispe llamó la atención sobre los migrantes presentes en el Perú, argumentando que la ayuda de la prelatura de Juli fue posible también gracias a la ayuda del ACNUR; y a la campaña lanzada por la Iglesia local en relación con el suministro de respiradores y mascarillas a las personas en situación de pobreza.
El Obispo Fuertes habló de lo que la Iglesia peruana ha sido capaz de hacer en la distribución de cestas de alimentos a las familias, así como el apoyo espiritual.
En la videoconferencia participaron Mons. Bruno Marie Duffé, Secretario, y Mons. Segundo Tejado, Subsecretario, así como los funcionarios del Área a cargo de la pastoral de Salud. Mons. Duffé destacó el compromiso del Dicasterio y de la Santa Sede a través de la Comisión Vaticana para COVID-19, deseado por el Papa, en particular en la promoción de medidas de protección de la vida y de iniciativas caritativas y de solidaridad, y en la contribución a la protección de la dignidad de las personas y de los derechos de los más vulnerables; en la producción de ideas y análisis que puedan ser útiles para mejorar el futuro sistema político, económico y social. El Obispo Tejado también reiteró cómo, en esta fase de crisis, la Iglesia tiene la tarea de iluminar a la sociedad, a los fieles y, en general, a todas las personas necesitadas, con una palabra de esperanza y acciones concretas de caridad.